"Esboza una leve sonrisa y se me acerca. Luego, se deja besar suave, tierno y caliente, aún cansado pero tranquilo. Se deja besar, sí, y besa él también, entra y sale entre mis labios con atención, con esmero, con pasión, con su pequeño ser. Abro los ojos por un instante y le veo navegar así, tan cerca de mi cara, tan entregado, tan partícipe, tan empeñado. Vuelvo a cerrar los ojos y me dejo ir con él. Viajamos juntos, pequeños surfistas de nuestra propia ola, lenguas blandas, mano sobre mano que, riendo, se empujan para cogerse otra vez. Labios que juegan a los autos de choque intentando hacerse un poco de sitio, de encajarse lo mejor posible, en ese estrecho y blando coche llamado beso".
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